miércoles, 18 de noviembre de 2009

CUANDO LO BONITO NO FUNCIONA

En 1888, el arquitecto austriaco Adolf Loos publico en el diario oficial Ornamento y Delito que se convertiría en la génesis del movimiento moderno en la arquitectura. En pocas palabras este corto artículo abogaba por la practicidad de la obra arquitectónica y de la construida en general, en respuesta al desborde de ornamento que fue la época barroca de donde surgieron tantas piezas de adorno que poco o nada contribuían al propósito y programa de uso. Tal era la obsesión de Loos por la utilidad de los elementos que componían el entorno construido que en su propio hogar el tapete se despegaba del piso para cubrir la cama y servir a su vez de cobija.
Esto nos lleva a pensar en el concepto de la belleza en la arquitectura y los medios que tienen los diseñadores para lograrlo. La belleza es un concepto cultural, aprendido y subjetivo. Una obra de arquitectura nunca debe medirse en términos de lo estético aun cuando esta variable debe ser tenida en cuenta. Lo principal de una obra es su utilidad, su uso. En la arquitectura moderna occidental este concepto estético pesa cada vez más. Los premios y concursos los adjudican a la belleza sin lugar a dudas y la practicidad y racionalidad quedan en un segundo plano. Miremos algunos ejemplos.
El edificio de la FES en Cali, ganador del Premio Nacional de Arquitectura, diseñado por una pléyade de estrellas de la arquitectura nacional, tuvo que ser vendido a otro propietario porque no servía para oficinas, el uso para el cual fue construido. En una ciudad como Cali, con alta luminosidad los espacios debían tener luz eléctrica para poder ser funcionales. El edificio es hoy un centro cultural, un uso totalmente diferente de su propósito inicial. Esto dice mucho de cuan pensado estuvo en su momento el diseño con respecto al propósito inicial.
La premiada Biblioteca Parque España en Medellín es sin lugar a dudas un edificio impactante estéticamente y se ha convertido en referente urbano para la ciudad. Trate usted de leer un libro en paz en aquel lugar. La acústica del lugar y la conexión auditiva con otros espacios que no son de lectura no permite la experiencia de la lectura en paz. Y no es un tema de cultura ciudadana, es un tema de técnica y diseño. Aquí pienso en Borges, sus catedrales y la experiencia de la lectura. Cabe la pregunta, es pertinente sacrificar la práctica del uso principal por un diseño estético excelente?
El edificio de la Cámara de Comercio en la Avenida 26 de Bogota, es otro caso importante. El edificio es sobrecogedor a la vista. Sin embargo, cuando uno lo usa, empiezan los problemas. El acceso no es el acceso, y se ven varias señales a lo largo de todo el edificio que le dan instrucciones al visitante de cómo recorrer el lugar: bájese aquí, suba por allá, la entrada es más arriba, etc. Si un edificio no logra dirigir a las personas por medio de su estructura física está mal pensado. Debe ser evidente por donde se entra y se sale, cuales son los espacios públicos y cuales los privados. La arquitectura no puede depender de señales. Donde quedan los ciegos, los minusválidos, los extranjeros?
En el contexto actual, de sostenibilidad global, las palabras de Loos resuenan más fuertes que nunca. El ornamento es un gasto de material cuyo “desperdicio” causa malestar en el movimiento ambientalista de nuestros días. Primero el uso racional, y el diseño responsable, después la estética. La buena arquitectura logra conjugar estos elementos con maestría. Ejemplos hay por montones.

lunes, 2 de noviembre de 2009

EMPECEMOS POR CALI

Ciudad de nuestros amores, infancias y antepasados, Cali se estanco durante más de  10 años en su desarrollo urbano. El último mandatario local que se realizó las obras de infraestructura que la ciudad necesitaba fue Mauricio Guzmán, y sin embargo fue este mismo quien la sumió en una crisis de la cual no se ha recuperado. En un irresponsable manejo fiscal, Guzmán endeudo a la ciudad para realizar estas obras y salió envuelto en acusaciones de corrupción. Antes de él, Cali tuvo su ultimo buen Alcalde, el médico Rodrigo Guerrero, quien hoy lidera el proceso de Vallenpaz. Después de Guzmán, la cosa fue en picada. Los “malos” se tomaron el despacho del mandatario y entre Cobo, Rodriguez, y Salcedo no hicieron más que mirar para otro lado mientras las oscuras fuerzas que por años han ejercido poder en Cali manejaban el poco presupuesto que quedaba y se repartían el botín como rapiñas. A la par, la desidia de la clase dirigente capacitada ha sido nefasta con la ciudad.

El alcalde actual, Jorge Ivan Ospina parece llevar un halo de esperanza al cual responden los caleños. Su popularidad es alta y la gente parece identificarlo como un hombre serio, honesto y trabajador al cual precede una buena labor al frente del Hospital Universitario. Gran parte de este ambiente positivo se debe a la puesta en marcha del Mio. El programa bandera de la actual administración son las 21 Megaobras por un valor de 862 mil millones de pesos (aproximadamente 450 millones de dólares). Estas son más de 21 y algunas no son megaobras, son elementales proyectos de infraestructura que debe hacer toda ciudad para mantenerse al tanto de su crecimiento demográfico y el cambio de los tiempos. Puentes, parques, vías y escuelas son el grueso de este paquete que debieron haber sido realizadas hace años. La ampliación de la vía al mar hasta el peaje ambiental debía haberse hecho al tiempo que la ampliación y adecuación que realizo Invias del peaje en adelante, hace ya más de 10 años. El hundimiento de la Avenida Colombia y el parque de Rio Cali suenan desde que tengo uso de memoria. Varias de estas obras se enfocan de manera acertada en consolidar la estructura urbana del oriente de la ciudad, que es la zona de mayor crecimiento y pobreza.

El Alcalde se la está jugando por la vía de valoración para sacar adelante estas obras y todos debemos apoyarlo. Es cierto que hay pequeñas precisiones que hay que corregir pero la consecución de estas obras no da espera y la valorización es la única vía de financiación para una ciudad que está casi intervenida por el Ministerio de Hacienda. Además es una manera efectiva para que todos colaboremos y donde la vigilancia ciudadana y la cohesión social se ven potencializados. 

Una vez, Medellín y Cali se disputaban el segundo lugar en la jerarquía urbana de Colombia. La primacía de Bogota es indiscutible y alejándose cada día mas. Hoy esa disputa esta resuelta a favor de los paisas. Medellín se embarco en una serie de proyectos que le cambiarían la cara a una de las ciudades más violentas de América Latina. Acuarios, Operaciones Urbanas Integrales, Metro y presidente le dieron a Medellín el segundo lugar indiscutido en el orden de las ciudades de Colombia. Ahora le toca a Cali ponerse serio y mostrarse como una ciudad y no un pueblo parroquial. Con una geografía excepcional, Cali no puede darse el lujo de volver a fallar. Y Cali somos todos los caleños.