viernes, 25 de marzo de 2011

SAN ANTONIO PUESTO DE CABEZA

El Barrio San Antonio es un tradicional vecindario en la ciudad de Cali. Es un sector histórico aun cuando muy pocas de sus edificaciones o tipología urbana tengan un valor histórico a resaltar en la cronología urbana colombiana. Pero por descarte, es de lo poco antiguo que queda, así que decidimos conservarlo. Esta localizado en una colina coronada por la Capilla de San Antonio, hasta donde corrían los ahijados en busca de las preciadas “macetas” de dulces según cuenta la leyenda, en una tradición mas caleña que el pandebono.

San Antonio se encuentra estratégicamente en el centro de la ciudad y en los últimos años ha venido sufriendo transformaciones propias de los sectores históricos y turísticos en todas las ciudades del mundo. Acompañados por los visitantes y los extranjeros, aparecen hostales, cafés, y pequeños restaurantes en las estrechas estructuras de los primeros pisos de las viviendas. Actualmente se ha propuesto desde Planeación Municipal el cambio de uso de algunos sectores del barrio. No conozco en detalle cuales son las vías o lugares que cambian o cuáles son los cambios de usos propuestos. Lo que hace lógica es que cambien. Lógica urbana, social y económica en busca de una Cali más sostenible y productiva.

Los sectores históricos encuentran la razón de su conservación en cuanto eleven el capital construido de la ciudad a través del aporte a la productividad de esta con turismo así como con la construcción de la memoria colectiva. Es a través de estas actividades que se generan los incentivos sociales y económicos para la conservación de los inmuebles. De no existir las miles de visitas y las actividades comerciales, los residentes de San Antonio tendrían pocos incentivos a conservar y preservar el patrimonio representado en sus viviendas. Mucho menos los medios económicos.

El costo social de la conservación debe ser explicita en estos casos. Por cada hogar que mantiene su residencia en San Antonio a distancia peatonal del centro administrativo de la ciudad, hay varios hogares, tal vez miles, que se deben alejar cada vez más de él. Uno de los precios de la conservación de los centros urbanos históricos es la expansión hacia lugares cada vez lejanos con un alto costo social y ambiental. Horas adicionales de transporte y millones de partículas más a la atmosfera de un planeta recalentado. En estos días la densidad es el gran paradigma de la tipología urbana. Ciudades densas y compactas son ciudades más sostenibles dicen los adalides del movimiento ecologista.

Tal como lo explica Edward Glaeser, prestante especialista urbano de Harvard, en una reciente edición del Atlantic, la conservación tiene altos costos en la productividad de la ciudad. El profesor Glaeser lo ilustra muy bien con el caso de Paris donde la conservación del casco urbano llevó al desarrollo tecnológico hacia las afueras de la ciudad, en el sector de la Defensa. Como resultado, la tasa de intercambios de ideas e intercambios sociales en Paris es mucho más baja que en Londres donde la conservación se pasea de la mano con el nuevo desarrollo. El precio que paga Bogotá por la conservación de Teusaquillo es inmenso y nadie se atreve a hacerlo explicito.

Esto no quiere decir que todo el barrio de San Antonio se deba abrir al comercio de manera indiscriminada, o que se deba demoler para dar paso a grandes edificaciones. Se debe conservar por el interés general de la ciudad. Pero también se debe acomodar a los cambios que pide la misma sociedad a través del mercado. Los usos comerciales se deben localizar sobre las vías principales del barrio, y además se deben establecer cuáles son las externalidades negativas generadas por estos usos y que los comerciantes se ocupen de mitigarlos o de pagar por ellos en relación a los beneficios recibidos. Los estacionamientos son el más claro ejemplo. En las manzanas al interior de estas vías importantes de conectividad donde se desarrollen los usos comerciales, los vecinos o entes de representatividad comunitaria deben decidir que usos desean y en donde. No todo lo pueden decidir los tecnócratas del Estado central. Al fin y al cabo son los vecinos quienes sufren o disfrutan de primera mano de estos cambios.

Prestantes vecinos entre los que se cuentan arquitectos y urbanistas de renombre se oponen al cambio. Esto es como oponerse a la vida. Las ciudades son seres vivos, mutan y se renuevan. La norma urbana no puede contener esa respiración natural de las ciudades. Las ciudades son criaturas del mercado, no agentes del Estado como nos lo recuerda cualquier libro de la historia de la ciudad. Jericó o Catal Huyuk nacieron como centros de intercambio económico, social y político aprovechando los beneficios de la aglomeración. Los cambios de San Antonio no son consecuencia de las decisiones de Planeación Municipal, son consecuencia de los cambios en las dinámicas sociales y económicas de la ciudad. Como dice la canción habrá que poner a San Antonio de cabeza para que unos cuantos encuentren el amor perdido por la ciudad y pongan el beneficio general de los caleños por delante del interés particular.

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