viernes, 22 de junio de 2012

SER CICLISTA EN BOGOTA


Cualquier estudiante de Venecia en Italia, o asistente desprevenido a las exposiciones que muestran las ciclovías de Bogota alrededor del mundo puede pensar que Bogotá es el paraíso de los ciclistas. Que más se puede concluir después de ver las impresionantes infraestructuras destinadas a la movilidad alternativa en la ciudad. Bogota cuenta con 344 kms de ciclovías dedicada, 5 en el mundo después de “mecas” del desarrollo urbano sostenible tales como Portland (518), París (440), Vancouver (400) y Copenhague (390). Según un estudio del Observatorio de Movilidad de la Cámara de Comercio, Bogota ha quintuplicado su población “ciclista” y se estima que entre 300,000 y 400,000 viajes se realizan hoy en bicicletas. Eso es el 2% de los viaje diarios de la ciudad. Un avance importante del 0.2% de hace algunos años según lo cuenta Ricardo Moctezuma, director de la ONG Ciudad Humana y un consumado ciclista urbano. En Portland, el 8% de los viajes se realizan en bicicleta.

La verdad es que para los amantes de las bicicletas,  esta ciudad dista mucho de ofrecer un espacio amable para su uso aun cuando la inversión en este modo de transporte ha sido masiva y ha logrado un cambio importante. Las razones son múltiples. 

Las infraestructuras de este país, por donde practican los ciclistas, dan grima. Un aficionado a la bicicleta se juega la vida en las vías regionales. En la vía a La Calera, el tamaño de la berma (escasos 80 cmts)  no señala en ningún momento un gesto amable hacia los ciclistas. Nada en el diseño de las vías hace pensar que aquí se apoya al ciclismo. Solo una señales esporádicas de modernas bicicletas de “downhill” de las que aquí no hay muchas, le recuerdan al conductor de un motorizado que el ciclista “puede ser su hijo”. La verdad es que la cantidad de ciclistas no deja ver las señales. En la Autopista Norte, esta berma ni existe y los ciclistas van por el carril vehicular compitiendo con buses inter-municipales y esquivando escombros y la maleza que se toma la vía. El mantenimiento de estas dos vías es muy pobre. El diseño de nuestras carreteras mas usadas para entrenamiento debía contener espacio para las bicicletas.

Las mismas ciclovías urbanas tampoco ayudan. Estás van por los andenes compartiendo espacio con los peatones con quienes los ciclistas poco tienen en común. Las velocidades y patrones de desplazamientos de una bicicleta se parecen mas a los de un carro. Los peatones se comportan aleatoriamente, cambian de dirección, invaden la ciclovía y esto se presta para peligroso accidentes. Por lo general, los ciclistas tienen un destino y desean llegar a él de manera rápida. Con base en esto, tiene mucho mas sentido que las ciclovías vayan por la calzada, separadas eso si por algún elemento de protección, como sucede en tantas ciudades del mundo. Sin ir más lejos, la Sabana, donde la “cicla” es el principal medio de transporte. Por esto, se ve que muchos ciclistas en Bogota prefieren seguir usando los carriles izquierdos que usar la misma ciclovía donde cada esquina hay que parar, esquivar los diferentes invasores del espacio público y además, estar pendiente de quienes esperar los buses. 

Bogota

Bogota

Vancouver
Ho Chi Minh City


Chia

Buenos Aires


Por otro lado, tampoco existe legislación en la ciudad para promover la bicicleta. Es difícil que en un edificio le permitan a uno dejar la bicicleta en el garaje, ya que ningún portero quiere echarse esa responsabilidad al hombro así haya llegado él mismo en bicicleta. Los edificios públicos debían dar ejemplo. Los estacionamientos de vehículos no están obligados a recibir bicicletas. Debía haber incentivos para las construcciones amigables con los ciclistas. Para muchos ciclistas urbanos, andar en “burra” es un encarte si uno va para una reunión. Las posibilidades de trasbordo entre bicicleta y Transmilenio son limitados a unas pocos Portales.

Otra razón importante en Bogota es la calidad del aire. Un estudio del profesor Javier Burgos del Instituto de Estudios Ambientales de la Universidad Nacional señala que en Bogota solo se respira buen aire 16 de los 365 días del año. Después de México y Santiago, Bogota es la tercera ciudad más contaminada de América Latina. Eduardo Behrentz, profesor de la Universidad de Los Andes y experto en temas de contaminación del aire, sostiene que “el principal (y con tendencia al alza) problema de calidad del aire en Bogota se encuentra relacionado con el contaminante mas peligroso: el material particulado”.  Si usted es ciclista, de seguro se ha chupado enterito el exosto de una buseta de 1970 carburando diesel de pésima calidad. Pásele el dedo a un mobiliario urbano que esta fijo sobre la Séptima y se dará cuenta de como están las paredes de sus pulmones. Un solo decreto del Gobierno podría cambiar la vida de muchos. Pero esos son objetivos demasiado loables y de largo aliento. Ecopetrol esta haciendo mucha plata y no le importa auto-imponerse mayores costos. Al fin y al cabo el Gobierno necesita la plata hoy y las cuentas de la salud generadas por la pésima calidad del aire en Bogota, llegaran en muchos años. Según Behrentz, “el conocimiento técnico y científico, así como numerosas experiencias en el mundo, demuestran que la más prioritaria de todas las medidas encaminadas al control de la contaminación por PM10 es el mejoramiento de los combustibles diesel. Ninguna otra medida alcanzaría resultados comparables”. Ya en el 2008 a través del Decreto 1205 “por medio de la cual se mejora la calidad de vida a través de la calidad del diesel” se dieron pasos  importantes. Las cosas cambiaron significativamente como lo muestran los mapas de calidad del aire en la ciudad medidos por la Red de Calidad del Aire de la Secretaria Distrital de Medio Ambiente. 

Nivel de concentración media anual de partículas de polvo en 10 micras (PM10) en Bogota



Por ultimo esta el clima. En Bogota, llueve aproximadamente un 60% del año.  Según la Alcaldia de Bogota, en el 2011 fueron 252 días de lluvia. Y esto no se debe a la Ola Invernal, ya que en el 2008 fueron 222. Esto no es un panorama alentador para los ciclistas, pero tampoco debería ahuyentarlos. Muchos salen a montar bajo el agua, para otros “con pista mojada, no hay montada”. En Portland también llueve mucho, pero se sabe cuando va a llover. En Colombia no hemos podido dar con un pronóstico confiable que uno pueda consultar antes de salir de la casa y decidir si sale en su “caballito de acero”.

Y sin embargo, los ciclistas siguen creciendo. Los impulsores de las bicicletas nos siguen visitando y los grupos de activistas crecen. David Byrne, una súper estrella de la música y empedernido ciclista urbano, nos visito recientemente y escribió maravillas sobre la ciudad. Los ciclistas solo esperamos que el Gobierno responda nuestro entusiasmo con gestos amables. Buenos o malos gobernantes; sol o lluvia, seguimos montando. 


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