Cualquier
estudiante de Venecia en Italia, o asistente desprevenido a las exposiciones
que muestran las ciclovías de Bogota alrededor del mundo puede pensar que
Bogotá es el paraíso de los ciclistas. Que más se puede concluir después de ver
las impresionantes infraestructuras destinadas a la movilidad alternativa en la
ciudad. Bogota cuenta con 344 kms de ciclovías dedicada, 5 en el mundo después
de “mecas” del desarrollo urbano sostenible tales como Portland (518), París
(440), Vancouver (400) y Copenhague (390). Según un estudio del Observatorio de
Movilidad de la Cámara de Comercio, Bogota ha quintuplicado su población
“ciclista” y se estima que entre 300,000 y 400,000 viajes se realizan hoy en
bicicletas. Eso es el 2% de los viaje diarios de la ciudad. Un avance
importante del 0.2% de hace algunos años según lo cuenta Ricardo Moctezuma,
director de la ONG Ciudad Humana y un consumado ciclista urbano. En Portland,
el 8% de los viajes se realizan en bicicleta.
La verdad
es que para los amantes de las bicicletas,
esta ciudad dista mucho de ofrecer un espacio amable para su uso aun
cuando la inversión en este modo de transporte ha sido masiva y ha logrado un
cambio importante. Las razones son múltiples.
Las
infraestructuras de este país, por donde practican los ciclistas, dan grima. Un
aficionado a la bicicleta se juega la vida en las vías regionales. En la vía a
La Calera, el tamaño de la berma (escasos 80 cmts) no señala en ningún momento un gesto amable
hacia los ciclistas. Nada en el diseño de las vías hace pensar que aquí se
apoya al ciclismo. Solo una señales esporádicas de modernas bicicletas de
“downhill” de las que aquí no hay muchas, le recuerdan al conductor de un
motorizado que el ciclista “puede ser su hijo”. La verdad es que la cantidad de
ciclistas no deja ver las señales. En la Autopista Norte, esta berma ni existe
y los ciclistas van por el carril vehicular compitiendo con buses inter-municipales
y esquivando escombros y la maleza que se toma la vía. El mantenimiento de
estas dos vías es muy pobre. El diseño de nuestras carreteras mas usadas para
entrenamiento debía contener espacio para las bicicletas.
Las mismas
ciclovías urbanas tampoco ayudan. Estás van por los andenes compartiendo
espacio con los peatones con quienes los ciclistas poco tienen en común. Las
velocidades y patrones de desplazamientos de una bicicleta se parecen mas a los
de un carro. Los peatones se comportan aleatoriamente, cambian de dirección,
invaden la ciclovía y esto se presta para peligroso accidentes. Por lo general,
los ciclistas tienen un destino y desean llegar a él de manera rápida. Con base
en esto, tiene mucho mas sentido que las ciclovías vayan por la calzada,
separadas eso si por algún elemento de protección, como sucede en tantas ciudades
del mundo. Sin ir más lejos, la Sabana, donde la “cicla” es el principal medio
de transporte. Por esto, se ve que muchos ciclistas en Bogota prefieren seguir
usando los carriles izquierdos que usar la misma ciclovía donde cada esquina
hay que parar, esquivar los diferentes invasores del espacio público y además,
estar pendiente de quienes esperar los buses.
Por otro
lado, tampoco existe legislación en la ciudad para promover la bicicleta. Es
difícil que en un edificio le permitan a uno dejar la bicicleta en el garaje,
ya que ningún portero quiere echarse esa responsabilidad al hombro así haya
llegado él mismo en bicicleta. Los edificios públicos debían dar ejemplo. Los
estacionamientos de vehículos no están obligados a recibir bicicletas. Debía
haber incentivos para las construcciones amigables con los ciclistas. Para
muchos ciclistas urbanos, andar en “burra” es un encarte si uno va para una
reunión. Las posibilidades de trasbordo entre bicicleta y Transmilenio son
limitados a unas pocos Portales.
Otra razón
importante en Bogota es la calidad del aire. Un estudio del profesor Javier
Burgos del Instituto de Estudios Ambientales de la Universidad Nacional señala que
en Bogota solo se respira buen aire 16 de los 365 días del año. Después de México
y Santiago, Bogota es la tercera ciudad más contaminada de América Latina. Eduardo
Behrentz, profesor de la Universidad de Los Andes
y experto en temas de contaminación del aire, sostiene que “el principal (y con
tendencia al alza) problema de calidad del aire en Bogota se encuentra
relacionado con el contaminante mas peligroso: el material particulado”. Si usted es ciclista, de seguro se ha chupado
enterito el exosto de una buseta de 1970 carburando diesel de pésima calidad. Pásele
el dedo a un mobiliario urbano que esta fijo sobre la Séptima y se dará cuenta
de como están las paredes de sus pulmones. Un solo decreto del Gobierno podría
cambiar la vida de muchos. Pero esos son objetivos demasiado loables y de largo
aliento. Ecopetrol esta haciendo mucha plata y no le importa auto-imponerse
mayores costos. Al fin y al cabo el Gobierno necesita la plata hoy y las
cuentas de la salud generadas por la pésima calidad del aire en Bogota,
llegaran en muchos años. Según Behrentz, “el conocimiento técnico y científico, así como
numerosas experiencias en el mundo, demuestran que la más prioritaria de todas
las medidas encaminadas al control de la contaminación por PM10 es el
mejoramiento de los combustibles diesel. Ninguna otra medida alcanzaría
resultados comparables”. Ya en el 2008 a través del Decreto 1205 “por medio de la cual se mejora la calidad de vida a
través de la calidad del diesel” se dieron pasos importantes. Las
cosas cambiaron significativamente como lo muestran los mapas de calidad del
aire en la ciudad medidos por la Red de Calidad del Aire de la Secretaria Distrital
de Medio Ambiente.
Por ultimo
esta el clima. En Bogota, llueve aproximadamente un 60% del año. Según la Alcaldia de Bogota, en el 2011
fueron 252 días de lluvia. Y esto no se debe a la Ola Invernal, ya que en el
2008 fueron 222. Esto no es un panorama alentador para los ciclistas, pero
tampoco debería ahuyentarlos. Muchos salen a montar bajo el agua, para otros
“con pista mojada, no hay montada”. En Portland también llueve mucho, pero se
sabe cuando va a llover. En Colombia no hemos podido dar con un pronóstico
confiable que uno pueda consultar antes de salir de la casa y decidir si sale
en su “caballito de acero”.
Y sin
embargo, los ciclistas siguen creciendo. Los impulsores de las bicicletas nos
siguen visitando y los grupos de activistas crecen. David Byrne, una súper
estrella de la música y empedernido ciclista urbano, nos visito recientemente y
escribió maravillas sobre la ciudad. Los ciclistas solo esperamos que el Gobierno
responda nuestro entusiasmo con gestos amables. Buenos o malos gobernantes; sol
o lluvia, seguimos montando.
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